viernes, 24 de octubre de 2014

"Yo fui la más callada", de Julia de Burgos.

YO FUI LA MÁS CALLADA.
Por Julia de Burgos.

Yo fui la más callada 

de todas las que hicieron el viaje hasta tu puerto. 

No me anunciaron lúbricas ceremonias sociales, 
ni las sordas campanas de ancestrales reflejos; 
mi ruta era la música salvaje de los pájaros 
que soltaba a los aires mi bondad en revuelo... 

No me cargaron buques pesados de opulencia, 
ni alfombras orientales apoyaron mi cuerpo; 
encima de los buques mi rostro aparecía 
silbando en la redonda sencillez de los vientos. 

No pesé la armonía de ambiciones triviales 
que prometía tu mano colmada de destellos: 
sólo pesé en el suelo de mi espíritu ágil 
el trágico abandono que ocultaba tu gesto. 

Tu dualidad perenne la marcó mi sed ávida. 
Te parecías al mar, resonante y discreto. 
Sobre ti fui pasando mis horarios perdidos. 
Sobre mí te seguiste como el sol en los pétalos. 

Y caminé en la brisa de tu dolor caído 
con la tristeza ingenua de saberme en lo cierto: 
tu vida era un profundo batir de inquietas fuentes 
en inmenso río blando corriendo hacia el desierto. 

Un día, por las playas amarillas de histeria, 
muchas caras ocultas de ambición te siguieron; 
por tu oleaje de lágrimas arrancadas al cosmos 
se colaron las voces sin cruzar tu misterio... 

Yo fui la más callada. 
La voz casi sin eco. 
La conciencia tendida en sílaba de angustia, 
desparramada y tierna, por todos los silencios. 

Yo fui la más callada. 
La que saltó la tierra sin más arma que un verso. 
¡Y aquí me veis, estrellas, 
desparramada y tierna, con su amor en mi pecho!



viernes, 3 de octubre de 2014

"Gradas", de Ramón Xirau.

GRADAS.
Por Ramón Xirau.


a Ana María


I

Las estrellas nos miran lentamente 
cierran sus ojos las bahías. 
El arco de luz cerca los cabos en la ruta del fuego,
foques, banderas en las barcas, fosco 
el fuego atónito de las naranjas, 
en el aguanueva de los naranjales. 
Las bridas de caballos pensados, pesados, imaginados, 
lentamente nos guían igual que las estrellas, 
cobarde noche, no puede con nosotros,
tu oscuridad de marivientos 
y raíces en el acantilado. 
¡Ah, todo canta, canta 
en las encrucijadas del desierto: arco breve del mar!

Calamar, astro-nieve, lentamente me deslumbran 
(el sol en las espumas 
hace castillos breves de marinieve y trigo). 
Los labriegos se mueven —leve moverse—
Como en casa de Brueghel, 
como los ríos se mueven; 
no, que se anudan en las pinturas altas 
de balcones abiertos,
en las huellas en un sueño 
que reflejan las purísimas
aguas de un ojo que no veo
ni puedo ver con ojos carnales, 
¡oh dioses del mar, oh dioses encendidos!

(Grupo exacto e intacto de flores amarillas
en las sendas del bosque, 
en los atajos de la vista me cercan, beben, cantan, 
—no, no me cercan. 
¡Ah, barcas! 
Lentamente los ángeles de viento 
y de poniente ríen, 
las flores de los áloes me esperan 
no sé dónde o lo sé poco,
más allá de las fuentes
¡Oh, barcas! 
Todo es ejercicio de belleza
sobre las olas azulencas.)

Los áloes, las miradas del cabo
—mar adentro—, 
flores de espuma, crecen.
Mediodía. Todo es silencio
 y en la roca el mirar tuyo crece, 
nunca visible, 
mas visible eternamente
como la ola visible. 
Arena toda como tronco 
y maderas todas leves
como la luz sencilla, 
memoriosa mente.

(Chillan gaviotas-naves, oro leve 
y Dios pensar del pensamiento horrorizado 
el pico restauradoramente-isleño 
y cree y creo
mimosa luz, 
congoja honesta,
¡oh, río, de mirar irritado, 
malquiere, malo, duele!
¡oh, barcas, barca, barcas,
oh, las barcas!)

Una hoja navega en este río
y es verde y pura 
mar de luz .


XI

Barcas de mar azul,
los olivos ramos y remos de todo pájaro
hablan, cantan, con luz
que no admite tinieblas. 
Se abren los libros,
se abren todos los signos —
barcas, barcas—
las estrellas nos miran lentamente,
cierran sus ojos las bahías. 
El arco de la luz a pesar de dolor, 
canta, todo canta,
cuando las naranjas maduras, 
en el campo verde caen y son luz,
¡ah, mar, de barcas, barcas, barcas,
en la bahía abierta, en el cristal
de la bahía de las barcas, barcas, cuando
las naranjas se abren en el cielo!

"Besos", de Gabriela Mistral.

BESOS.
Por Gabriela Mistral.


Hay besos que pronuncian por sí solos 
la sentencia de amor condenatoria, 
hay besos que se dan con la mirada 
hay besos que se dan con la memoria. 

Hay besos silenciosos, besos nobles 
hay besos enigmáticos, sinceros 
hay besos que se dan sólo las almas 
hay besos por prohibidos, verdaderos. 

Hay besos que calcinan y que hieren, 
hay besos que arrebatan los sentidos, 
hay besos misteriosos que han dejado 
mil sueños errantes y perdidos. 

Hay besos problemáticos que encierran 
una clave que nadie ha descifrado, 
hay besos que engendran la tragedia 
cuantas rosas en broche han deshojado. 

Hay besos perfumados, besos tibios 
que palpitan en íntimos anhelos, 
hay besos que en los labios dejan huellas 
como un campo de sol entre dos hielos. 

Hay besos que parecen azucenas 
por sublimes, ingenuos y por puros, 
hay besos traicioneros y cobardes, 
hay besos maldecidos y perjuros. 

Judas besa a Jesús y deja impresa 
en su rostro de Dios, la felonía, 
mientras la Magdalena con sus besos 
fortifica piadosa su agonía. 

Desde entonces en los besos palpita 
el amor, la traición y los dolores, 
en las bodas humanas se parecen 
a la brisa que juega con las flores. 

Hay besos que producen desvaríos 
de amorosa pasión ardiente y loca, 
tú los conoces bien son besos míos 
inventados por mí, para tu boca. 

Besos de llama que en rastro impreso 
llevan los surcos de un amor vedado, 
besos de tempestad, salvajes besos 
que solo nuestros labios han probado. 

¿Te acuerdas del primero...? Indefinible; 
cubrió tu faz de cárdenos sonrojos 
y en los espasmos de emoción terrible, 
llenáronse de lágrimas tus ojos. 

¿Te acuerdas que una tarde en loco exceso 
te vi celoso imaginando agravios, 
te suspendí en mis brazos... vibró un beso, 
y qué viste después...? Sangre en mis labios. 

Yo te enseñé a besar: los besos fríos 
son de impasible corazón de roca, 
yo te enseñé a besar con besos míos 
inventados por mí, para tu boca.