«Ha muerto…, ha muerto…», dicen tan claro
que no entiendo.
¡Verter licor tan suave en vaso tan tremendo!
Tal vez fue un mal extraño tu mirar por divino,
tu alma por celeste, o tu perfil por fino
Tal vez fueron tus brazos dos capullos de alas
¡Eran cielo a tu paso los jardines, las salas,
y te asomaste al mundo dulce como una muerta!
Acaso tu ventana quedó una noche abierta
¡Oh, tentación de alas, una ventana abierta!
¡Y te sedujo un ángel por la estrella más pura
y tus alas abrieron, y cortaron la altura
en un tijeretazo de luz y de candor!
Y en la alcoba que tu alma tapizaba de armiño,
donde ardían los vasos de rosas de cariño,
la Soledad llamaba en silencio al Horror.
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