viernes, 3 de octubre de 2014

"Gradas", de Ramón Xirau.

GRADAS.
Por Ramón Xirau.


a Ana María


I

Las estrellas nos miran lentamente 
cierran sus ojos las bahías. 
El arco de luz cerca los cabos en la ruta del fuego,
foques, banderas en las barcas, fosco 
el fuego atónito de las naranjas, 
en el aguanueva de los naranjales. 
Las bridas de caballos pensados, pesados, imaginados, 
lentamente nos guían igual que las estrellas, 
cobarde noche, no puede con nosotros,
tu oscuridad de marivientos 
y raíces en el acantilado. 
¡Ah, todo canta, canta 
en las encrucijadas del desierto: arco breve del mar!

Calamar, astro-nieve, lentamente me deslumbran 
(el sol en las espumas 
hace castillos breves de marinieve y trigo). 
Los labriegos se mueven —leve moverse—
Como en casa de Brueghel, 
como los ríos se mueven; 
no, que se anudan en las pinturas altas 
de balcones abiertos,
en las huellas en un sueño 
que reflejan las purísimas
aguas de un ojo que no veo
ni puedo ver con ojos carnales, 
¡oh dioses del mar, oh dioses encendidos!

(Grupo exacto e intacto de flores amarillas
en las sendas del bosque, 
en los atajos de la vista me cercan, beben, cantan, 
—no, no me cercan. 
¡Ah, barcas! 
Lentamente los ángeles de viento 
y de poniente ríen, 
las flores de los áloes me esperan 
no sé dónde o lo sé poco,
más allá de las fuentes
¡Oh, barcas! 
Todo es ejercicio de belleza
sobre las olas azulencas.)

Los áloes, las miradas del cabo
—mar adentro—, 
flores de espuma, crecen.
Mediodía. Todo es silencio
 y en la roca el mirar tuyo crece, 
nunca visible, 
mas visible eternamente
como la ola visible. 
Arena toda como tronco 
y maderas todas leves
como la luz sencilla, 
memoriosa mente.

(Chillan gaviotas-naves, oro leve 
y Dios pensar del pensamiento horrorizado 
el pico restauradoramente-isleño 
y cree y creo
mimosa luz, 
congoja honesta,
¡oh, río, de mirar irritado, 
malquiere, malo, duele!
¡oh, barcas, barca, barcas,
oh, las barcas!)

Una hoja navega en este río
y es verde y pura 
mar de luz .


XI

Barcas de mar azul,
los olivos ramos y remos de todo pájaro
hablan, cantan, con luz
que no admite tinieblas. 
Se abren los libros,
se abren todos los signos —
barcas, barcas—
las estrellas nos miran lentamente,
cierran sus ojos las bahías. 
El arco de la luz a pesar de dolor, 
canta, todo canta,
cuando las naranjas maduras, 
en el campo verde caen y son luz,
¡ah, mar, de barcas, barcas, barcas,
en la bahía abierta, en el cristal
de la bahía de las barcas, barcas, cuando
las naranjas se abren en el cielo!

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